La revelación de la fábrica de Adrian Toomes pesaba sobre Peter. No podía ignorarlo. El zumbido de su sentido arácnido no se detendría hasta que lidiara con esa amenaza. Pero, a pesar de la inminente confrontación, la vida de Peter Parker continuaba, y con ella, su creciente conexión con MJ.
Una tarde, mientras la tía May trabajaba en el hospital, Peter se encontró con MJ en la biblioteca después de clases. Él estaba absorto en un libro de física, intentando entender cómo la tecnología de Toomes podría funcionar. Ella, como siempre, dibujaba en su cuaderno, sus ojos observando el mundo que la rodeaba con una perspicacia inusual.
"Parker," dijo ella sin levantar la vista. "Necesito un 'voluntario' para una exposición de fotografía. Y como eres el único aquí que parece tener una vida más interesante que el promedio, has sido seleccionado."
Peter la miró, sorprendido. "¿Yo? ¿Para una exposición de fotografía?"
Ella finalmente levantó la vista, y esa pequeña sonrisa, casi imperceptible, apareció en sus labios. "Sí. Necesito a alguien que no le importe verse raro. Y tú, Peter, eres bueno en eso. Además, tienes esa cualidad de 'misterio' desde el golpe en la cabeza."
Él se rió, sintiendo una calidez en el pecho. "Con gusto. ¿Cuándo?"
"Mañana por la tarde," respondió, volviendo a su cuaderno. "Nos vemos en el parque a las cuatro. Y no te vistas como un empollón más de lo usual. Necesito que seas... tú mismo. Pero más dramático."
La idea de pasar una tarde con MJ, incluso si era para una "exposición de fotografía", lo emocionó. Era la primera vez que sentía una conexión genuina con alguien en esta nueva vida que no fuera Ned o la tía May. Sin embargo, su mente no podía dejar de pensar en Toomes. La energía pulsante de esa fábrica lo había dejado inquieto.
Al día siguiente, Peter llegó al parque a la hora acordada, sintiéndose extrañamente nervioso. MJ ya estaba allí, sentada en un banco, con su cámara colgando del cuello y su cuaderno abierto. Llevaba una chaqueta de mezclilla y se veía, como siempre, perfectamente despreocupada.
"Llegas tarde," dijo, pero había una pizca de diversión en su voz.
"Tráfico," bromeó Peter, aunque había llegado corriendo.
Pasaron las siguientes horas explorando el parque, con MJ dándole instrucciones vagas para sus fotos. "Actúa como si acabaras de ver algo asombroso, pero no quieres que nadie más lo sepa." "Ahora, como si estuvieras pensando en el significado de la vida, y estás decepcionado." Peter, sorprendentemente, se encontró disfrutando de la experiencia, incluso riéndose de las poses absurdas que le pedía. La facilidad con la que fluían sus conversaciones, sus risas, era algo que no había experimentado en mucho tiempo, si es que alguna vez.
Pero justo cuando el sol comenzaba a ponerse, y MJ estaba a punto de tomar una última foto, el sentido arácnido de Peter explotó. No era una punzada, era un golpe, una alarma ensordecedora. Peligro. Grande. Inmediato.
Miró a su alrededor, sus ojos escaneando el cielo. Y entonces lo vio.
En el horizonte, silueteado contra el crepélculo, una forma oscura y monstruosa con enormes alas metálicas. Era un hombre, o lo que parecía ser un hombre, volando directamente hacia la ciudad. El brillo verde parpadeaba en sus extremidades. Era Toomes. Pero no era el hombre que había visto en la fábrica. Este era algo más, algo terrible y poderoso.
MJ siguió su mirada, y su expresión de aburrimiento se transformó en una de pura consternación. "Santo cielo... ¿Qué es eso?"
Peter sabía que no tenía tiempo. No podía simplemente correr e irse. Spider-Man tenía que detenerlo.
"MJ, tienes que irte de aquí," dijo, su voz repentinamente seria, casi cortante. "Ahora."
Ella lo miró, sus ojos oscuros llenos de una mezcla de confusión y preocupación. "Peter, ¿de qué hablas? ¿Qué es esa cosa?"
"¡Solo vete a casa, por favor!", insistió, su mente ya trabajando en cómo podía cambiarse sin ser visto. El peligro se acercaba rápidamente, la silueta con alas ganando tamaño a cada segundo.
MJ, aunque claramente confundida, pareció percibir la urgencia en su voz. "Peter, ¿estás bien?"
"Estaré bien," dijo, ya retrocediendo. "Solo... vete. ¡Ahora!"
Se dio la vuelta y corrió, buscando el callejón más cercano, la azotea más cercana, cualquier lugar donde pudiera ponerse su traje. El tiempo se acababa. El Buitre, como sin duda lo llamarían, estaba en camino, y Peter Parker, ahora Spider-Man, tenía que detenerlo antes de que causara estragos en Queens. La cita con MJ, tan prometedora, tendría que esperar. Su nuevo destino lo llamaba con el batir de unas alas metálicas.