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Chapter 7 - Capitulo 7: Secretos [1]

El sol apenas tocaba el patio trasero, colándose entre las ramas del viejo árbol de ciruelos. El césped húmedo rozaba la planta de sus pies descalzos, y el aire tenía ese aroma a tierra fresca que solo existe a esa hora de la mañana.

Reiji se mantenía en el centro del jardín, el torso desnudo, la respiración medida. A su alrededor no había ruido, ni distracciones. Solo él, su cuerpo, y el lento palpitar del poder bajo su piel.

Estaba solo en casa.

Su madre había salido con Himiko hacía un par de horas, alguna salida improvisada entre madre e hija. Su padre, como siempre, ya había partido al trabajo mucho antes de que el sol se alzara por completo. Por primera vez en días, Reiji tenía la casa entera para sí.

Era un alivio.

Estiró el brazo con lentitud, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en su hombro. Abrió los dedos con suavidad, como si estuviera tocando una superficie invisible. Desde la palma, una hebra delgada de sangre emergió con un temblor leve, apenas contenido, respondiendo a su concentración.

La guió hacia adelante, haciendo que trazara una figura circular en el aire. El movimiento no fue perfecto, pero no se deshizo. Eso ya era suficiente para que el joven esbozara una sonrisa casi imperceptible.

Ya no necesitaba estar al borde de un colapso emocional para activar su Quirk. Había avanzado.

Apenas tenía ocho años, pero su cuerpo decía otra cosa. Su estatura era comparable a la de Himiko que ya tenia diez años, y aunque su complexión seguía siendo la de un niño, se notaban ciertos cambios en sus proporciones. Sus brazos, por ejemplo, estaban mejor definidos. Los músculos de su abdomen se marcaban con claridad cuando tensaba el cuerpo, y cada movimiento era más fluido, más exacto.

Se parecía a Himiko. Eso era innegable. Tenía las mismas proporciones en su rostro, pero sus expresiones eran totalmente diferente, Himiko irradiaba una gran sonrisa y ternura, él era mucho más serio y sus expresiones eran más firmes. El cabello, alborotado, era un tono más oscuro que el de su hermana, y le caía sobre la frente sin ningún orden. Y sus ojos, de un naranja encendido, parecían fijos incluso cuando parpadeaba, como si vieran más de lo que deberían. Había tomado buenos genes, aunque no es como si le preocupara particularmente.

La hebra de sangre se disolvió en el aire cuando aflojó la mano. Reiji respiró hondo, flexionando el cuello para liberar la rigidez acumulada. Sintió cómo los músculos crujían levemente en respuesta.

Cada mañana se entrenaba. Desde se impuso ser un héroe, aun más sabiendo los peligros que acechaban el mundo, decidió fortalecerse desde que su cuerpo pudiera soportarlo, después de todo tenia su regeneración que prácticamente le incitaba a fortalecerse, llegar al limite, día tras día. Y si no la aprovechaba, solo estaría desperdiciando lo único que lo hacía resistente en un mundo que podía volverse hostil en cualquier momento.

Pero no todo era tan sencillo.

El entrenamiento de de Quirk era otra historia muy distinta, sus avances fueron lentos pero constantes. No podía controlarlo con voluntad por completo, pero al menos ya podía usarlo de manera inconsciente, sin que la necesidad de sangre de disparara. 

Aunque inevitablemente, ese impulso no se desvaneció a lo largo de los años.

Bebía en secreto. Animales pequeños. Lo justo para mantener esa parte de sí mismo a raya. Nunca frente a Himiko. Nunca cuando alguien podía sospechar. Era su carga, y prefería cargarla solo.

En cuanto a su hermana.

Ella estaba mejor. Mucho más controlada. Dormía mejor, sonreía con más frecuencia. Pero también se había vuelto más… cercana. Cada vez que salía de una habitación, lo seguía con la mirada. Cada vez que se despertaba antes que él, lo observaba como si necesitara confirmar que todavía estaba allí.

Había desarrollado una gran dependencia hacia él... Casi obsesiva.

Reiji intentaba no pensar demasiado en eso. No porque no le importara, sino porque no sabía cómo gestionarlo. Se habían vuelto inseparables, pero a veces sentía que eso no era del todo sano. Aún así, le debía esa estabilidad. Y no iba a fallarle. No después de todo lo que habían pasado.

Volvió a levantar la mano, intentando formar una lanza de sangre. La creó con más dificultad esta vez. Menos estable. Al girarla, se rompió en el aire, deshaciéndose en gotas que cayeron sobre el pasto como si nunca hubieran desafiado la gravedad.

Apretó los labios.

No era un fracaso. Era parte del proceso. Cada gota le enseñaba algo nuevo.

Se quedó inmóvil unos segundos. Entonces, sin saber por qué, sintió un leve cosquilleo en la nuca. Un presentimiento incómodo, como si algo lo estuviera observando desde algún rincón del mundo. Volteó la mirada, lentamente.

Nada.

Ni sombras, ni movimientos, ni ruidos. Solo el jardín bañado por la luz suave del sol. Solo la casa silenciosa. Solo el árbol de ciruelos meciéndose con el viento.

Pero la sensación no se fue. Frunció el ceño ante esto, sabia perfectamente que no era la primera vez que sucedía, pero siempre que volteaba no había nada.

'No puede ser una simple coincidencia, ¿No?' Pensó, no podía ser que esa presencia la sintiera constantemente.

Había empezado hace un año atrás, mientras estaba en su clase de educación de Quirk, donde debía aprender a controlar las primeras fases de sus peculiaridades, era algo normal en este mundo hacerlo, pero no era normal que él tuviera dos claramente... Alguien se había fijado en él, estaba completamente seguro.

A partir de hay, las miradas discretas, ocultas en las sombras, Empezaron a ser más constantes, y a estas alturas era cada pocos días... ¡Incluso ahora en su propia casa!

No sabia quien o que era, pero cualquier cosa que fuera estaba alerta. Sabia perfectamente que su fuerza no podía ser comparada aun, todavía era débil contra héroes profesionales novatos, ni que decir de organizaciones fuertemente arraigadas en Japón.

'Mientras siga observando, poco y nada puedo hacer. Debo seguir esforzándome para cuando llegue el momento de actuar' Se seco el sudor de la frente, y empezó a entrenar su cuerpo una vez más.

Dividía su entrenamiento entre entrenamiento físico, y entre descanso, aprendía a controlar su Quirk. Tal vez no era lo más eficiente, pero hasta ahora le haba funcionado y seguiría así por un tiempo más.

***

El sol empezaba a ocultarse entre los tejados, tiñendo las calles de un naranja viejo. Reiji avanzaba con paso tranquilo, una bolsa de papel colgando de su brazo. Su madre le había pedido ir por algunos ingredientes de último momento, y aunque solía hacerlo acompañado por Himiko, esta vez ella estaba ocupada en casa horneando con entusiasmo absurdo.

Él no se quejaba. Salir solo le daba espacio. Espacio para pensar. Para sentir.

El camino de regreso era el habitual… hasta que no lo fue.

Una figura se cruzó repentinamente desde una tienda de periódicos, apenas rozándolo con el hombro. Reiji apenas sintió el contacto, pero de igual manera se giro para ver como un pequeño papel demasiado elegante como para ser basura, caía al suelo.

Se detuvo. Miró al hombre.

Un rostro genérico. Cincuenta años, quizá. Gafas ahumadas. Un sombrero discreto. Caminaba ya en la dirección opuesta, sin apuro. Como si nunca hubiera estado ahí.

"Ey, señor" Llamo débilmente mientras recogía el papel, cuando alzo la vista, la misteriosa figura había desaparecido. Frunció el ceño ligeramente, viendo lo que tenia en mano.

"Reiji" 

Cinco letras escritas pulcramente a mano, con una elegancia que no había visto desde su anterior vida, cuando veía a los científicos escribir las notas sobre su condición.

Su estómago se tensó. Sintió la punzada, esa presión incómoda en la nuca. El mismo hormigueo que sentía cada vez que era observado por algo, por alguien.

No había firma. Ni sello. Solo eso. Su nombre.

Miró alrededor. Nadie lo observaba directamente, pero el presentimiento seguía ahí, como un nudo bajo la piel.

No lo abrió.

No allí.

Guardó el sobre contra su pecho, por dentro de la chaqueta, y caminó más rápido que antes, ignorando el leve temblor de sus piernas.

***

Al llegar, la puerta se abrió antes de que pudiera buscar la llave.

"¡Tardaste mucho!" Himiko cruzó los brazos con un pequeño bufido de molestia. Llevaba un delantal con dibujos mal pintados de flores y manchas de harina en las mejillas. Su mirada estaba cargada de una molestia exagerada… que apenas escondía su preocupación.

"Me fui por otro camino" Respondió Reiji, levantando la bolsa que traía todas los ingredientes que le habían pedido comprar.

"¿Otro? ¿Por qué harías eso?" Insistió, arrugando el ceño. Sus ojos lo escaneaban como si buscara una señal invisible de que algo andaba mal.

Desde la cocina, su madre se asomó. "Himiko, cielo, no lo acoses. A veces uno necesita caminar para pensar"

"Sí, pero no es común en él" Murmuró Himiko, sin moverse de la entrada. Desviando la mirada a su madre, la cual solo lo descarto como una escena más de su hija con su hermano.

Reiji suspiro, le pasó la bolsa a su madre y se desvió hacia el pasillo. "Voy al baño."

"¿Estás bien?" Preguntó Himiko, dando un paso al frente. "Tienes esa cara de cuando mientes"

"Estoy bien, bajo en un momento" Repitió sin detenerse.

Al llegar al baño, cerró la puerta con doble seguro. busco en su bolsillo, con los dedos firmes pero el pulso levemente elevado. Metió la mano, y lo sintió: un papel doblado, grueso, de una textura distinta al resto.

Lo desenvolvió con cuidado.

Había una sola frase escrita con tinta negra, a mano. La letra era elegante. Inquietante por lo precisa.

"La sociedad temen lo que no entienden. ¿Y tú, Reiji? ¿Qué harás cuando te entiendan demasiado bien?"

Su ceño se frunció, miro la plana pero no había nada más escrito y voltio el papel, otra frase estaba escrita en un esquina, más pequeña que la anterior.

"Las respuestas llegaran en su momento, hasta entonces te tengo una pregunta: ¿Qué es ser un verdadero héroe?"

Reiji sintió un escalofrío. El mismo cosquilleo en la nuca. Cerró el papel con calma.

Inspiró profundo.

No era un mensaje cualquiera. Quienquiera que hubiera escrito el mensaje, buscaba algo de él, una reacción, un sentimiento... Algo.

Una trampa emocional.

'¿Qué clase de organización entrena para este tipo de juegos psicológicos…? Y con un niño de ocho años además... Una cosa es clara, llame la atención de alguien... ¿Pero de quien?'

Cerró el papel con cuidado, doblándolo exactamente como lo había recibido. El silencio del baño era sepulcral, apenas roto por el zumbido de la ventilación.

Sus dedos temblaban levemente, no por miedo, sino por la mezcla de emoción y peligro que hervía bajo su piel. No había amenazas directas. Solo ideas. Preguntas. Semillas de dudas.

Y todas estaban dirigidas a él.

'Una provocación…' Pensó. 'Buscan romper algo dentro de mí. Tal vez provocar curiosidad, tal vez miedo. Tal vez... ambas.'

El papel era un anzuelo disfrazado de filosofía.

Pero él no era el niño promedio. No lo había sido nunca.

"¿Qué es ser un verdadero héroe, eh…?" Murmuró para sí, guardando la nota.

Sus ojos anaranjados, reflejados en el espejo del baño, no mostraban confusión.

Solo decisión.

'Ya fui una herramienta de alguien en mi primera en una vida, en esta yo seré quien los use como herramienta...'

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