Cherreads

Chapter 22 - Puntos de habilidad

—¿Esta mierda es un sistema? ¿Seguro que no es la interfaz de un juego trucho?

Chen Fei no podía evitar sentirse como si estuviera frente a la pantalla principal de un juego móvil barato, de esos que prometen dominar el mundo en siete días… pero con publicidad cada cinco segundos. La interfaz funcional desplegada ante él parecía sacada directamente de uno de esos títulos piratas.

Pero la experiencia superaba con creces todo lo que había imaginado. Era como si una pantalla virtual flotara frente a sus ojos, completamente inmersiva. Lo más desconcertante era que podía verla tanto con los ojos abiertos como cerrados.

Por curiosidad, cerró los ojos... y ahí seguía, flotando nítida en la oscuridad. Irónicamente, así le resultaba aún más cómodo explorar el sistema de Dominación del Fin del Mundo.

Después de unos minutos de testeo, Chen Fei ya comprendía lo básico: los comandos se ejecutaban mediante la voz o el pensamiento, lo que le daba una libertad total de acción, como si él mismo fuera el protagonista de un videojuego de supervivencia extrema.

Probó pensar “salir” y, como si obedeciera a su mente, la interfaz desapareció al instante. Luego pensó “volver”, y reapareció sin dudar.

Aunque ya había entendido cómo usarlo, seguía sin tener claro el verdadero propósito del sistema. ¿Cuál era su alcance real? ¿Qué significaba “dominar” en un mundo postapocalíptico?

Por ahora, ese misterio permanecía sin respuesta. Pero Chen Fei intuía que, tarde o temprano, lo descubriría.

Chen Fei empezó a explorar las funciones activadas del sistema. La primera opción en la columna era el panel de atributos del personaje. Al principio lo había ignorado, convencido de que todo esto era un plagio descarado de algún juego barato. Pero ahora que comprendía mejor cómo funcionaba el sistema, no le quedaba otra que familiarizarse con todo.

Aunque podía activarlo simplemente pensándolo, Chen Fei no pudo evitar susurrarse a sí mismo:

—Final, abre el panel de atributos del personaje.

Apenas pronunció la orden, el ícono flotante frente a él se desplegó, inundando todo su campo de visión.

El contenido del panel era sencillo y directo. En la esquina superior izquierda aparecía un avatar tridimensional. Chen Fei lo miró detenidamente... y no supo si reír o llorar. Era él. Un cabezón ridículamente caricaturizado, pero indudablemente él.

—¡¿Quién diseñó esta basura?! —gruñó, y al hacerlo, el avatar abrió la boca al mismo tiempo, imitando su expresión con una fidelidad perturbadora. Al parecer, las emociones del muñeco estaban completamente sincronizadas con las suyas. Inquietante.

Debajo del avatar se encontraba el típico panel de atributos que cualquier jugador veterano reconocería al instante. Las estadísticas eran claras:

Nombre del anfitrión: Chen FeiNivel: LV1Fuerza: 0.7Constitución: 0.7Espíritu: 1.1Agilidad: 1.0Nivel de evolución: 0Puntos de atributo disponibles: 1

Chen Fei se quedó mudo. Su rostro se volvió una mezcla de sorpresa y resignación.

—...¿No es esto la maldita ficha de personaje de un juego de rol genérico? ¡Nima, esto es una estafa! —gritó mentalmente—. ¡¿Qué sistema de dominación apocalíptica ni qué ocho cuartos?! ¡Esto es un juego disfrazado!

La frustración lo envolvió. Miles de pequeñas llamas rugieron en su corazón, incendiando su entusiasmo como una pradera seca en pleno verano. Se sentía estafado y confundido, como si hubiera pedido una supercomputadora y le hubieran entregado un Tamagochi con luces LED.

Y sin embargo… no podía dejar de mirar ese estúpido panel con cierta expectación. ¿Qué pasaría si subía un punto en agilidad? ¿O en fuerza?

Por muy absurda que pareciera la situación… algo en su interior le decía que este sistema podría cambiarlo todo.

Después de un rato, Chen Fei logró calmarse. Respiró hondo, enfocó la vista en el panel flotante frente a él y frunció el ceño.

—Final, muéstrame el panel de atributos del personaje —ordenó con voz seria.

La dulce voz del sistema respondió de inmediato, como si hubiese estado esperando esa orden con ansias:

Sistema: "El panel de atributos del personaje contiene información evaluada de los valores corporales del anfitrión. La referencia de evaluación se basa en el promedio de 100,000 hombres de entre 20 y 30 años en la Tierra. El valor estándar es 1."

Chen Fei asintió lentamente, al tiempo que las comisuras de sus labios comenzaban a temblar. No por emoción. Por indignación.

—Entonces... si 1 es el promedio... ¿por qué demonios tengo 0.7 en fuerza y constitución?

Su expresión cambió. De neutral a un horror existencial.

¡Maldita sea! ¡¿Es esto una broma cruel del sistema o una humillación científica?!

¡Según los estándares del sistema, su fuerza y resistencia física estaban por debajo del promedio básico de un hombre común! No un guerrero, ni un soldado, ni un deportista… ¡un hombre común!

Chen Fei sintió que su autoestima era aplastada por una apisonadora. El promedio era 1.0. Él, con apenas 0.7 en fuerza y constitución, estaba técnicamente en el rango de: “se cansa subiendo escaleras” y “se le doblan las rodillas con una bolsa de arroz”.

La cruel realidad lo golpeó como un ladrillo en el pecho. Afortunadamente, sus atributos de espíritu (1.1) y agilidad (1.0) lo sacaban del pozo de la humillación. Al menos, no era completamente inútil.

—Pequeños consuelos en un apocalipsis lleno de zombis... —murmuró con amargura.

En la parte inferior del panel, vio un pequeño símbolo “+” parpadeando junto a los atributos. Era la clásica interfaz de un juego de rol: cada punto asignable podía subir una estadística.

Pero lo que realmente llamó su atención fue la misteriosa columna llamada “nivel de evolución”. Chen Fei ladeó la cabeza, intrigado.

—¿Evolucionar? ¿Como un Pokémon? ¿O como esos monstruos de película clase B que pasan de humano a lagarto radioactivo?

No lo sabía, pero algo le decía que con ese sistema, cualquier cosa era posible.

Finalmente, sus ojos se posaron en un dato mucho más sencillo y comprensible: “Puntos de atributo disponibles: 1”.

Eso sí lo entendía.

—Un punto. Un solo punto… y una oportunidad para no seguir siendo un debilucho promedio.

Chen Fei sonrió, aunque aún no sabía a cuál de los atributos lo asignaría.

Los cuatro atributos principales —Fuerza, Constitución, Espíritu y Agilidad— partían de un valor promedio de 1 por persona. Eso significaba que cualquier incremento, por pequeño que fuese, colocaría a Chen Fei por encima del promedio humano. No era solo una mejora: era una ventaja real en medio del apocalipsis.

Así que, por mucho que el sistema pareciera una copia descarada de un videojuego, Chen Fei sabía que la distribución de puntos no debía tomarse a la ligera. Una mala decisión podría costarle la vida más adelante.

Tras entender cómo funcionaba el panel de atributos, decidió cerrarlo temporalmente y explorar las otras funciones disponibles. Al fin y al cabo, si iba a sobrevivir al fin del mundo, necesitaba conocer bien todas sus herramientas.

Radar de zombis de primer nivel, espacio de almacenamiento, función de fabricación y campamento básico… Chen Fei activó una por una, mientras la dulce voz del sistema le explicaba cada función.

Cuando terminó de revisar todo, se sentó en el borde de la cama, en completo silencio.

Durante cinco largos minutos, se quedó mirando al vacío, con expresión seria.

Y de pronto, estalló en carcajadas.

—¡Jajaja... estoy a punto de despegar! —exclamó, eufórico.

Una alegría genuina lo recorrió desde los pies hasta la cabeza. Si antes sospechaba que todo esto era una broma, ahora estaba convencido: el sistema no era un juego, sino un salvavidas diseñado para su supervivencia en el apocalipsis.

La primera función que analizó en detalle fue el radar zombi. Le permitía detectar todos los zombis en un radio de 100 metros. Al activarlo, se proyectaba una imagen tridimensional directamente en su mente: un círculo con puntos verdes y rojos. El punto verde era él; los puntos rojos, zombis.

El sistema incluso ofrecía estadísticas detalladas: había 1,183 zombis dentro de ese radio. Solo de verlo, a Chen Fei le dieron ganas de llorar.

—¡Nima! ¡Estoy viviendo en medio de un nido de muertos vivientes!

A 50 metros al sureste se agrupaban más de 100 zombis, como una mancha roja densa en el radar. Y a tan solo 10 metros, unos 30 más se acumulaban cerca de las escaleras. El radar no mostraba elevaciones ni obstáculos del entorno, lo cual limitaba su precisión, pero aun así, era una herramienta invaluable para evitar emboscadas y moverse estratégicamente.

La segunda función —y su favorita— era el espacio de almacenamiento de nivel uno: un cubo de 3x5 metros, con una altura de 4 metros, donde podía guardar cualquier objeto inanimado. Pero lo más impactante era esto: el tiempo dentro del almacenamiento estaba congelado.

Chen Fei casi suelta un grito cuando escuchó esa parte de la explicación.

—¡Esto es oro puro! ¡Es antinatural!

Podía almacenar alimentos, medicinas y materiales sin preocuparse por su fecha de caducidad. El arroz nunca se pudriría. El pan nunca se endurecería. La leche nunca se echaría a perder. En un mundo donde los recursos se volvían escasos y la comida un lujo, tener un almacén atemporal era… una bendición divina.

—Con este sistema, ni siquiera necesito un supermercado. ¡Puedo hacer acopio y sobrevivir medio año encerrado!

Para Chen Fei, que estaba rodeado de zombis, pero tenía un radar, un inventario sin fecha de caducidad, y una interfaz tipo juego de rol, la vida acababa de tomar un giro brutalmente interesante.

Chen Fei comprendió de inmediato una ventaja vital del espacio de almacenamiento: ahora podía almacenar grandes cantidades de carne congelada. Antes, sin un lugar adecuado, todo dependía de los refrigeradores de los hogares, y esa comida inevitablemente se echaba a perder. Pero ahora, con este espacio congelado en el tiempo, el problema desaparecía por completo.

Aunque el espacio solo tenía 3 metros por 5 de base —unos modestos 15 m²— con una altura de 4 metros, podía aprovecharlo al máximo apilando provisiones. Era como tener su propio minimercado personal.

Probó de inmediato la función: colocó la palma de la mano sobre varios artículos de primera necesidad y botellas de agua, y con solo un pensamiento, estos desaparecieron de su habitación. Así de fácil. Como si estuviera jugando con una mochila mágica en un videojuego: clic, almacenar, listo.

Satisfecho con el rendimiento del almacenamiento, Chen Fei pasó a explorar la función de fabricación.

Actualmente, esta estaba en nivel 1, y las cosas que podía fabricar no eran precisamente emocionantes: vallas protectoras de madera, troncos… y tenía disponibles 9 metros cuadrados de espacio para materiales.

Cuando vio la interfaz de fabricación, Chen Fei quedó mudo por unos segundos.

—¿Pero esto qué es? ¿Un simulador de granja?

Le parecía un mal chiste. ¿Una valla de madera en medio de un apocalipsis lleno de zombis sedientos de sangre? ¡Ni que estuviera jugando a ser carpintero medieval! ¿Qué seguía? ¿Criar gallinas?

Más decepcionante aún fue la función de campamento de nivel 1. Era poco más que una cabañita de madera con algunas vallas básicas. Chen Fei intentó invocarla, solo por curiosidad, pero el sistema respondió con un mensaje frío y directo: “Entorno restringido.”

—¡Tch! Entonces ni eso me dejas probar… inútil.

Tras pensarlo unos segundos, decidió ignorar esas dos funciones por ahora. Fabricación y campamento no tenían utilidad inmediata en una situación tan crítica. En cambio, el radar zombi y el almacenamiento eran verdaderamente armas divinas para la supervivencia, dignas de cualquier novela del fin del mundo.

Pero a pesar de su emoción inicial, Chen Fei no pudo evitar sentirse un poco decepcionado. Esto no era lo que había esperado.

Él quería más poder de combate, habilidades que le permitieran enfrentarse a zombis como un superhumano, rescatar a Mu Meiqing con estilo, y quizás presumir un poco en el proceso. Pero no: el sistema, por ahora, parecía diseñado para hacer de él un logístico eficiente, no un guerrero legendario.

—Tch… qué sistema tan pobre. ¡Ni un mísero punto de ataque me das!

Chen Fei suspiró. Si quería volverse fuerte, estaba claro: por ahora, tendría que confiar en sí mismo.

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